Efectos de los microplásticos en los seres humanos
Los acolchados plásticos agrícolas se utilizan en la producción de cultivos especializados para modificar la temperatura del suelo, conservar la humedad del mismo (Kader et al., 2017) y reducir la presión de las malas hierbas (Martín-Closas et al., 2017), mejorando en última instancia la productividad de los cultivos. El polietileno de baja densidad (PE) es el acolchado plástico más utilizado porque es barato, fácil de procesar, muy duradero y flexible (Kasirajan y Ngouajio, 2012). Sin embargo, el uso generalizado del PE, que no es biodegradable, ha provocado una grave contaminación ambiental (Teuten et al., 2009; Liu E.K. et al., 2014; He et al., 2015; Steinmetz et al., 2016).
FIGURA 1. Efectos indirectos [polietileno y mantillos biodegradables (BDM)] y directos (solo BDM) del acolchado plástico en los ecosistemas del suelo. Los acolchados plásticos forman una barrera en la superficie del suelo que influye en la temperatura, la humedad y el intercambio de gases suelo-aire, alterando indirectamente las comunidades microbianas. Los BDM se labran en el suelo al final de la temporada de cultivo, introduciendo fragmentos físicos y una fuente de carbono, junto con otros componentes de las películas de plástico (aditivos, plastificantes, minerales, etc.) que pueden influir adicionalmente en las comunidades del suelo y sus procesos.
Impactos de los microplásticos en el entorno biofísico del suelo
Los microplásticos y nanoplásticos se han clasificado, según su origen, en microplásticos/nanoplásticos primarios y secundarios. Los microplásticos/nanoplásticos primarios son los subproductos de las emisiones de partículas liberadas por diferentes producciones industriales y entran en el medio ambiente en sus pequeños tamaños originales, que están asociados a sus aplicaciones específicas y productos de consumo (Gonçalves y Bebianno, 2021b). Se ha identificado que estos productos incluyen principalmente productos cosméticos y de limpieza como la pasta de dientes, materias primas utilizadas para la fabricación de artículos de plástico, así como fibras textiles liberadas durante el lavado o el secado (da Costa, 2018). Los MNP secundarios, por su parte, se forman como resultado de la degradación de los residuos plásticos debido a su exposición física, animal y microbiana (Laskar y Kumar, 2019).
Aunque la mayoría de los PNM se derivan de materiales poliméricos a granel que han demostrado ser relativamente inertes desde el punto de vista bioquímico, las alteraciones de las propiedades fisicoquímicas de los PNM han aumentado su biodisponibilidad y toxicidad (Ma et al., 2020). De ahí que la contaminación de los nanopartículas en entornos acuáticos y terrestres haya sido objeto de numerosas investigaciones científicas debido a su distribución ubicua y a los riesgos potenciales para los organismos vivos.
Impacto ecológico y sobre la salud humana de los residuos plásticos
En muchos casos, las láminas y los envases de plástico se eliminan después de su uso; sin embargo, debido a su durabilidad, estos plásticos se encuentran en todas partes y son persistentes en el medio ambiente. La investigación sobre el seguimiento y los impactos de los residuos plásticos está todavía en una fase incipiente, pero hasta ahora los informes son preocupantes. En el entorno laboral y residencial de las personas, los plásticos fabricados con polímeros a base de petróleo están presentes en gran cantidad. Al final de su vida útil, estos plásticos suelen verterse junto con los residuos sólidos urbanos. Los plásticos tienen varios componentes tóxicos, entre los que se encuentran los ftalatos, las sustancias químicas polifluoradas, el bisfenol A (BPA), los retardantes de llama bromados y el trióxido de antimonio, que pueden filtrarse y tener efectos adversos para el medio ambiente y la salud pública. Los plásticos presentes en los residuos electrónicos (e-waste) se han convertido en una grave preocupación mundial para el medio ambiente y la salud pública debido a su gran volumen de producción y a la presencia de políticas de gestión inadecuadas en varios países. Los informes de China, Nigeria e India indican que las sustancias peligrosas del plástico de los residuos electrónicos pueden migrar más allá de los lugares de procesamiento y llegar al medio ambiente [9-11].
Los nanoplásticos con carga diferencial demuestran una acumulación distinta en arabidopsis thaliana
Los medios de comunicación han prestado mucha atención a la amenaza que suponen los plásticos, especialmente los microplásticos, para la vida animal. Un artículo publicado en New Phytologist sugiere que hay algo más. Las plantas también podrían sufrir las consecuencias del plástico en el medio ambiente.
Rillig y sus colegas han esbozado una serie de amenazas que el plástico supone para la vida de las plantas. Por el momento, los riesgos no están probados. Esto se debe a que es mucho más fácil detectar el plástico en los sistemas acuáticos que en el suelo. Los autores señalan que las partículas de plástico podrían no parecer importantes cuando el suelo es tan rico en partículas. Sin embargo, citan muchos informes que muestran microplásticos en muchos ecosistemas terrestres.
El equipo sostiene que no todos los microplásticos tienen el mismo efecto. Las cuentas son un problema en la cadena alimentaria en los entornos marinos. Pero Rillig y sus colegas sólo lo ven como un posible efecto menor en el suelo de los entornos terrestres. Las fibras podrían incluso impulsar el crecimiento de las plantas al cambiar la densidad del suelo. Sin embargo, no se espera que todos los efectos sean positivos. Estos mismos cambios de densidad podrían afectar a la comunidad de microbios. Se desconoce si los efectos físicos de las microfibras superarán los efectos químicos y biológicos sobre los simbiontes de las plantas.